FOTOGRAFÍAS: San Pedro de la Hoz (Tomadas en julio de 2012)
Caminando de Burgos Santa Casilda, una mujer que
peregrinaba al santuario de Buezo para cumplir una promesa, se desorientó en su rumbo al caer la noche.
Pero sucedió que, cuando más perdida y afligida estaba, escuchó el toque lejano
de un campanillo, lo cual le sirvió para llegar a San Pedro de la Hoz, de cuya
iglesia salían los tañidos. La mujer [al parecer de alto poder económico], en
agradecimiento por haber salido con bien de aquel trance quiso donar sus
alhajas para que el pueblo fundiera unas campanas nuevas y más grandes, unas
campanas que fueran la admiración de todos y que se escucharan desde muy
lejanos lugares.
Más o menos así lo cuenta una leyenda
que he podido recoger en San Pedro de la Hoz. Más o menos también así podría
haberse leído en algún exvoto de Santa Casilda, caso de que el hecho narrado
hubiera sido escrito y enmarcado en el santuario. Pero no. Digamos que es un
exvoto oral, salido de la tradición y sin ninguna certeza histórica.
Han pasado
trece años desde mi última visita al recóndito lugar de San Pedro de la Hoz y de nuevo el recuerdo
de las dos campanas de su iglesia me ha
llevado al humilde campanario que las aloja. No son unas campanas corrientes de
bronce, qué va. Una es enorme y de sonido largo (tres minutos tiembla el
campanario con un simple golpe de badajo, tres minutos en que su voz queda
suspendida dentro del casetón y se expande a lugares remotos). Las dos tienen
crípticos mensajes, en tipografía y alfabetos varios y cuyo significado nadie
hasta ahora ha sabido descifrar. Me contaron en la visita de ayer, como me lo
contaron hace años (lo que quiere decir que esta cuestión se ha convertido
también en leyenda), que han sido innumerables curas y especialistas (supongo
que paleógrafos) los que se han acercado a San Pedro de la Hoz para descifrar
los enigmáticos mensajes sin haberlo conseguido. Tan problemático es el asunto
que circula la especie en el pueblo de que las inscripciones han llegado hasta el
Vaticano para ser estudiadas por los mejores especialistas. Quedamos a la
espera. Por supuesto, no seré yo, pobre de mí, que a duras penas alcanzo a leer
la fecha de fabricación, 1553, quien vaya a resolver el misterio de las
campanas de San Pedro.
Otra cuestión
planteada es cómo pudieron llegar unas campanas tan enormes a este apartado
rincón en una época (mediados del siglo XVI) en que los caminos debían ser solo
sendas apenas transitables para personas; cómo pudieron ser arrastradas las
carretas, que se supone tendrían que llevarlas, por un desfiladero tan angosto
(La Hoz); y cómo pudieron ser subidas a un campanario tan endeble. La respuesta
puede estar en que debieron ser fundidas in situ por algún campanero
ambulante, probablemente en un horno excavado al poniente de la iglesia, en una
ladera a la altura del campanario, con lo cual el traslado y la colocación pudo
llevarse a cabo sin mayores problemas.
Y una cuestión
más: siendo, por su epigrafía y ornamentos, unas campanas tan excepcionalmente
valiosas, lo natural sería una protección mayor de la iglesia y una
consolidación del campanario. Parece que no es mucho pedir. Uno, que es muy
lanzado a la hora de imaginar, piensa ya en peregrinaciones de paleógrafos,
nacionales y extranjeros, para intentar descifrar dichas inscripciones, y cree
que sería bueno trasladar una imagen de respeto hacia el monumento y no de
abandono. Los vecinos del pueblo han mejorado notablemente su caserío, lo que
es agradecer; un segundo paso sería la declaración de Bien de Interés Cultural
para todo el conjunto por parte de la autoridad competente.
Para vosotros,
queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, adjunto una pequeña
muestra de este tesoro campanil. Que la disfrutéis.