Estimado Elías:
Estaba investigando sobre los Condes de la Revilla de la Casa de los Velasco, y he llegado a su su blog (que sigo habitualmente con mucho interÉs) y me han parecido interesantes sus apuntes de tradición oral sobre el "Señor de horca y cuchillo"
http://arqytrad.blogspot.com.es/2011/02/el-barco-de-rozas-no-corta-el-mar-sino.html
Al hilo de esa tradición oral, quiero compartir con usted por si no los conociera estos apuntes históricos sobre dicho Conde:
Episodios de trágicos sucesos llenos de amor y odio, de poder y venganza,
El II Conde de la Revilla D. Pedro Fernández de Velasco, hijo de D. Alonso y de Doña Casilda de Velasco, fue señor de Rozas, Porres y Balmaseda, casó en 1609 con Doña Ana María de Velasco muriendo, como diremos, en 1636, un siete de julio.
Muerto trágicamente, la leyenda arropa su figura como personaje novelesco, típico del futuro Romanticismo. Contemplando los escudos y sepulcros de la Iglesia de Rozas, que puede visitarse en su desconchado interior, un anciano lugareño refirió al autor la razón de su sangriento final y es que el tal Señor y Conde quedó prendado, en una de sus salidas de caza, de doña Inés de Cidad, cuya familia poseía la Torre próxima de su nombre.
Inés, que no conocía barón, era el orgullo de su padre, viudo hacia años, y de sus hermanos que la protegían de numerosos pretendientes que no satisfacían a la moza ni a sus allegados. Mas el Velasco, amo y Señor feudal, que frecuentemente utilizaba el Derecho de Pernada, y que tiránicamente dominaba el valle, rapta a Inés llevándola al castillo de Rozas, temido por su imagen y el visible cadalso (que hasta hace pocos años podía verse en el lugar) donde se ejercía tajante justicia bajo los mandatos del propietario del legendario edificio.
Heridos en su honor, padre y hermanos, junto con otros parientes de la pequeña Inés, acuden con su gente a la fortaleza del Conde quien, no esperando la rápida reacción de los ofendidos, cae indefenso en sus manos.
Presos de la ira, son ajusticiados en su propio cadalso el Conde y la desafortunada y mancillada Inés de Cidad, quién así lava con su sangre el blasón familiar.
Enterado presto el Condestable de Castilla, primo del noble ejecutado, presiona al Rey y a las Juntas para castigar a los culpables, como ejemplo y defensa de sus próximos, siendo aquellos detenidos y conducidos a Soncillo, en espera de proceso. Sin embargo, toda la comarca estalla en una reacción popular que hace temer a las propias Autoridades. Tal era el odio de la población por su decapitado Señor y la justeza de la venganza de los de Cidad.
Durante año y medio el asunto es paralizado en espera de la paz del olvido mas, aprovechando ésta el Condestable, ávido de satisfacción y sin aguardar juicio alguno, ahorca a los presos, de noche, en la Plaza Mayor de la localidad de su cautiverio.
Algunos brotes de indignación fueron duramente reprimidos por el Velasco quien, con mano firme, pone "las cosas en su sitio", según él deseaba.
A pesar de estos tristes y agitados sucesos, el linaje de los Condes de la Revilla continuó con su tercer titular, D.Alonso.
RODRIGUEZ, Ramón Hilario: Los Velasco, vida, obra y patrimonio de una dinastía, Asociación cultural "Fernández de Velasco", Villarcayo, 2002. pp.167-171.
¿Otra leyenda o tapadera?
"Fallecimiento del Conde de la Revilla, Pedro Fernández de Velasco y del Campo, corregidor de Madrid (1634-1636), ocurrido a causa de una insolación en una corrida de toros. A 17 de Julio murió el Conde de la Revilla, corregidor de Madrid, de cansancio y pesadumbre que le causó la fiesta de toros que hubo dos días antes en el Buen Retiro, habiendo andado mucho por el sol y enviándole á decir al señor Conde Duque algunas palabras pesadas con el alguacil Quiros; y de ahí á dos días fué proveido en su lugar Don Juan de Castilla, que lo exerce con retención de las demás plazas que tiene."
RODRIGUEZ VILLA, Antonio, Monarquía de España de los años 1636 y 1637, Luis Navarro, Madrid, 1886. p.21.
Opinión: Siendo segura su estancia en Madrid de 1634 a 1636 veo más posible los últimos hechos.
Un saludo