Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

miércoles, 27 de febrero de 2019

TAL COMO ÉRAMOS (IV) CARNAVAL



FOTOGRAFÍA: De careta veneciana.


CARNAVALES EN BURGOS
“En Cardeña, y algunos otros pueblos limítrofes a esta ciudad, celebraron el Domingo de Carnaval con la antigua ceremonia de matar el gallo.
Nos refieren que fueron muchas las personas que de esta ciudad acudieron a dicho pueblo de Cardeña a presenciar este acto, que aunque reviste cierto carácter de crueldad, (porque no siempre tiene el acierto de matarle a los primeros golpes) nos parece más adecuado que la parodia del entierro de la sardina  que ayer tarde se presentó en esta población, y que todos los años hemos reprobado por la burla sarcástica que en dicho acto se hace de nuestras religiosas costumbres”.
La Fidelidad Castellana
Breve de 14 de febrero de 1888

 “Las ridiculeces del carnaval  se han hecho extensivas este año a los irracionales.
            Nos refieren que en el pueblo de Villanueva de Río Ubierna  tuvieron el martes la humorada de vestir a un jumento con papeles, dejándole solo descubiertas las pezuñas; atáronle después a la cola una lata, y uniformado, diéronle cuatro palos.
            El pollino, que se conoce no estaba por las bromas carnavaleras emprendió la fuga de sus compañeros que se hallaban en el campo; que hacía más precipitada  a causa del ruido y traqueteo de la lata que llevaba atada a la cola.
        El ganado, al verlo en aquella forma se desparramó por el campo, siendo tal el pánico que se apoderó de las pacíficas bestias de aquellos contornos  que las yeguas se colocaron en corro, como si se tratara de defenderse del lobo o de algún otro feroz animal.
            Recibido el asno a coces por estas, empezó a divagar por diversos sitios.
Una pareja de bueyes espantada abandonó el campo,  yendo a parar el uno al pueblo de RIocererzo, sin que hasta la hora en que se nos da la noticia haya aparecido el otro”.
La Fidelidad Castellana
Breve de 20 de febrero de 1888

sábado, 23 de febrero de 2019

UNA EXCURSIÓN POR EL RÍO ESGUEVA


Filigrana en uno de los rosetones de la iglesia de Tórtoles de Esgueva


FOTOGRAFÍAS: Tórtoles de Esgueva. Terradillos de Esgueva. Santibáñez de Esgueva (Tomadas en febrero de 2019)



        Un pasiego amigo me habló de las veleidades de febrero, de su locura, y me dijo que era buena idea tener a mano en este mes ropa de abrigo y algo con que cubrirse la cabeza para protegerse del sol. “En febrero, siete capas y un sombrero”, me dijo recurriendo a un refrán que aprendió de sus padres y abuelos antes de que el cambio climático actual fuera una realidad. Este año nos ha tocado tirar de sombrero, y eso, aunque nos desconcierte de igual manera a humanos, animales, árboles y plantas, es de agradecer para los que gustamos de las excursiones invernales a cielo despejado. En día reciente tuve la suerte de hacer esa escapadita al sur que desde hacía mucho tiempo tenía programada para localizar ventanas singulares y rosetas. Mi amiga Rosa Cruz ("Entre bosques y piedras"), cuando le cuento mis intenciones, me dice que aparte de sus Campos de Montiel, que tanto patea, disfruta y disecciona con su cámara poeta, son las Merindades de Burgos, con sus valles y montañas, sus agrestes bosques y patrimonio inabarcable, las que le hacen tilín. A mí también me lo hace, aunque yo suelo discrepar cariñosamente con ella haciéndole ver que en cualquier lado está la belleza y puede estallar la sorpresa, incluso en el sur con sus adustas llanadas de Villafruela o de Valdezate, por decir solo algunas que parecen prolongaciones del mismo cielo. No digamos de algunos de sus pueblos, Rosa, donde la magia de los campanarios en los que anidan las cigüeñas y sobrevuelan las palomas dan las horas solitarias que estremecen. En realidad, todo estremece por su belleza en el sur: la estampa de los viejillos en la solana del ambulatorio médico esperando su ración de poder continuar, las arquivoltas románico-góticas incendiadas por el sol del mediodía, las bodegas que perforan laderas rocosas, con sus puertas de mazmorra, ojos negros y frío aliento, la visita del panadero que cada vez reparte menos barras, con la sombra de una anciana acercándose lentamente a su llamada. ¿Podría pedirse  más, mi querida amiga? Bueno, sí, quizá todavía, si me permites, quedaría por mencionarte casas de arquitecturas y ornamentos valientes, sobrevivientes de siglos, con adobes eternos, rojos y grises, y ladrillos de alfares gloriosos que dejaron marca. Y aún podría ofrecerte más alicientes del sur, si me forzaras a ello, pero creo que con esto ya te lo estás pensando y quizá un día te pierdas por tierra abajo de Burgos como yo me perdí un día reciente de este febrerillo el loco por las orillas del río Esgueva.
        Podría componer un grueso libro con todo lo que vi y disfruté aquel día; Rosa. Podría repetir lo que otros muchos ya han contado hasta la saciedad, pero no lo haré, amiga mía, abomino ser copista, solo te dejaré imágenes para que a partir de ahora en tus sueños anide también el sur.




        Mi escapada me llevó en primer lugar a Tórtoles de Esgueva, un pueblo mediano que rezuma historia por cada rincón de su apretado, tortuoso y anárquico caserío. Aquí, Rosa, recordé con cierta nostalgia mi primera visita (2002), cuando intentaba seguir los pasos de Juana I de Castilla en su famoso periplo fúnebre. La soberbia iglesia tortoleña no desmerece de tan importantes hechos; por su gran rosetón gótico debió filtrarse la luz que realzó el mortuorio de Felipe y acarició las lágrimas de Juana.


Iglesia de Tórtoles de Esgueva, casi una fortaleza 



        Siempre supe que habría de volver a Tórtoles de Esgueva, pues pensaba que un lugar en el que, tras mucho tiempo separados, se reunieron y abrazaron Fernando el Católico y su hija la reina Juana I, y haber sido Corte durante siete días, podría haber dejado huellas profundas. Pero no, sólo la tradición y alguna crónica de época guardan el recuerdo, nada más. 





        La tradición dice que no es esta casona palaciega el lugar donde se alojó Juana I durante su estancia en Tórtoles, aunque bien pudiera haber sido, dada la nobleza y mérito de su portada.
        Anoto la ventana blasonada, enmarcada por bella moldura, y la guardo junto a las que ocupan el rebosante baúl de ventanas singulares que tú ya conoces. 



Antigua entrada al monasterio. Algunos abuelos residentes
en el viejo convento toman el sol del mediodía en esta portada
Hornacina en el monasterio. Bien podría haber sido una ventana,
para mi propio gozo 


Ocupado por monjas benedictinas, Tórtoles tuvo un monasterio bajo el patronazgo de Santa María la Real. Fundado en el siglo XII, aún quedan maravillosos restos de su glorioso pasado. Se  pueden ver con tan solo mirar desde el exterior, como el antiguo y hoy escondido acceso, con portada del siglo XVI, o la deliciosa hornacina sobre el portón de lo que ahora es Posada Real dedicada al turismo rural. 



Iglesia restaurada de Terradillos de Esgueva.
Si te fijas bien, Rosa, podrás ver a la izquierda de la escalinata una estela medieval con tres rosetas hexapétalas. 



Aspecto de la iglesia de Terradillos de Esgueva hacia 1976


LAS CIGÜEÑAS DESAHUCIADAS

Hace más de una semana que una pareja de cigüeñas, totalmente desorientada,  lleva dando vueltas en el entono de su torre-campanario tratando de encontrar el nido que dejaron el pasado año. Pero no lo encontrarán porque fue retirado recientemente por no sé qué motivos. Las desahuciaron, Rosa, de su bien ganada torre y ahora no saben qué hacer, si volver a hacerle de nuevo o buscar otro acomodo.

Por su parte, las palomas posan en los aleros y sobrevuelan también los tejados de la iglesia. Aunque no sé si es buena idea, porque los gavilanes y las águilas las tienen allí como fáciles presas. (“Antes había muchas palomas más, pero ahora se las comen las águilas”). Es un espectáculo, Rosa, cuando de repente despegan todas a la vez alarmadas por cualquier sonido que le parece extraño; es entonces cuando los tejados de las iglesias del sur adquieren otra dimensión.

Aquí, en esta iglesia, descubrí una nueva estela medieval con roseta hexapétala. Está colocada en un lado de la escalinata que lleva a la portada. Si te fijas bien, en la foto en blanco y negro que acompaño también se ve la estela, aunque en otra ubicación. Y ya que te pones a fijarte, verás el deplorable estado en el que se encontraba la iglesia por aquellos años setenta.  




Noble fuente de Santibáñez de Esgueva, fechada en 1889





Bodegas de Santibáñez de Esgueva, excavadas en la montaña de roca
                         
Más bodegas en la misma montaña







Construida en 1889, como se refleja en un sillar entre las dos hornacinas, la preciosidad de fuente que adjunto llama la atención por su esmerada obra, con sillares tan perfectos que ni mandados hacer por el duque de Lerma. La cruz de piedra que preside el conjunto nos habla de un tiempo de acentuada religiosidad popular en el que hasta el agua de las fuentes tenía que ser de continuo bendecida o protegida.  
        Esta fuente se halla en el mismo montículo rocoso en el que se encuentran excavadas las bodegas de Santibáñez. Más de cien habítaculos del vino debe haber en sus ladera, las más ya abandonadas. Una pena, Rosa, porque el conjunto es de incomparable belleza y merecería algún tipo de protección, como tu querida Calzada de Aníbal, que tanto te inspira y por la que tanto caminas, te gustaría.
En fin, amiga mía, como sé que eres una enamorada del románico, y todavía sin salir de Santibáñez, te añado la imagen de una preciosa ermita románica que se levanta en una ladera junto a la carretera del Esgueva. Espero que, con todo lo visto, te animes algún día a visitar el sur.




Ermita de San Salvador en Santibáñez de Esgueva, un regalo para los sentidos 


lunes, 11 de febrero de 2019

LA CASA DE LAS CIGÜEÑAS EN CIRUELOS DE CERVERA

        
Dos cigüeñas protegen una casa en Ciruelos de Cervera

La casa protegida, construida en 1906

Una serpiente de piedra acecha en una ventana

Otra serpiente hace lo mismo en otra ventana


FOTOGRAFÍAS: Imágenes de Solarana y Ciruelos de Cervera (Tomadas en enero de 2019)                
Como muchos pueblos del antiguo partido judicial de Lerma, Ciruelos de Cervera experimentó una espectacular transformación en su caserío entre finales del siglo XIX y el primer cuarto del XX. El remozamiento arquitectónico se hace evidente en las magníficas fachadas de las casas, con recercados de piedra primorosamente labrados en puertas y ventanas,  que hoy causan asombro y que en muy poco recuerdan a las que sustituyeron, mucho más toscas (todavía queda alguna y sirven para comparar).  Buen ejemplo de esta transformación son las localidades de Castrillo Solarana, Solarana, Nebreda o el propio Ciruelos de Cervera, por poner solo algunos ejemplos, donde la mayoría de las fachadas lucen como si fueran casas de nuevos ricos. Las fechas grabadas en ellas, bien bajo aleros o bien en balcones, nos sirven hoy para situar temporalmente dicha transformación. Ante este cambio uno no puede por menos que interrogarse por los motivos que le  hicieron posible. Serán muchos, aunque nadie me los ha sabido explicar con concreción, pero se podría intuir que buena culpa de ello debe estar en la explotación de las grandes manchas boscosas (madera y carbón vegetal) que tan cercanas tienen, situadas en las faldas de las peñas Cervera y Tejada, con notabilísima población de encina y sabina (antes llamada enebro), y en la extracción de los ricos yacimientos de piedra caliza existentes en dichas peñas y sus laderas, tan apropiadas para la construcción.

Observando una por una cada casa de estos pueblos, cada portada, cada ventana, cada dintel, cada alero, a poco que nos fijemos podremos ver distintas recreaciones artísticas que nos hablan de los buenos canteros que sin duda debieron trabajar en ellos. Una de estas recreaciones es la roseta hexapétala, que en Ciruelos de Cervera alcanza su mayor apogeo, pues apenas hay casas que no tengan alguna grabada, generalmente sobre ventanas y dinteles de las puertas. Tomadas en su conjunto, más que la firma o tradicional símbolo de la profesión de cantero -cosa para nada descartable-, parecen signos con valor apotropaico, es decir grabados con fines protectores y contra todo tipo de males. Y si así fuera, podríamos pensar que serían los propios vecinos quienes las mandaron grabar, lo que nos llevaría a que, por aquellos años finiseculares y de principios del XX, y aún más cercanos, todavía la gente debía ser muy supersticiosa.


Una roseta hexafolia  centrada en un magnífico balcón
de Ciruelos de Cervera 


Sirva el preámbulo para traeros hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, la fachada de una casa de Ciruelos de Cervera sumamente original. De manera magistral tiene esculpidas dos cigüeñas, juntas pero con los picos mirando a lados opuestos, ocupando los magníficos sillares inferiores del ventanuco del desván y entre medias de dos ventanas mayores que se suponen dormitorios; tiene asimismo, primorosamente trabajadas, dos serpientes en posición extendida, una en cada dintel de dichas ventanas. Todo lo cual conforma un conjunto escultórico único en Burgos y cuyo significado podría inscribirse igualmente en las tradiciones, creencias y supersticiones populares.
De quién fue la idea de estas representaciones  es algo que todavía  ignoro, pero pudo ser alguien que amaba a las cigüeñas y temía a las serpientes. Coinciden algunos estudiosos en que las zancudas son aves de buen agüero, portadores de felicidad, porque anuncian la primavera y protegen de los incendios, motivos suficientes que justificarían las esculturas mencionadas, a lo que sería justo añadir algo tan importante como que las cigüeñas se comen a las culebras, lo que no es un asunto baladí en los ambientes rurales de nuestros pueblos.
Añadiendo algo de cosecha propia, y sin ánimo de sentar cátedra, diría que las  representaciones podrían estar en relación con una antigua creencia (tantas veces recogida por mí a lo largo y ancho de la provincia de Burgos),  según la cual las culebras maman a las mujeres cuando estas se encuentran criando. Así, en el caso que nos ocupa las dos cigüeñas esculpidas tendrían un función protectora, pues desde su pedestal estarían vigilantes para que las serpientes no llegaran a introducirse en los dormitorios con tan perversas intenciones. Pero la piedra es piedra y sus propiedades no llegan a tanto.


Elegante fachada en Solarana