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Precioso rincón urbano y casa del siglo XVI en Quintanilla Valdebodres |
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Ventana con los sillares del recercado pintados |
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Dintel inferior pintado con toda suerte de motivos |
FOTOGRAFÍAS: Sillares de Salazar, Quintanilla Valdebodres y Pesquera de Ebro (Tomadas en 2019)
De mis tiempos de explorador de
cuevas, de eso hace un periodo geológico, recuerdo que una de las cosas que más
me atraía cuando entrábamos por primera vez en una caverna desconocida y fósil era
escrutar las paredes por si pudiera haber grabados o pinturas rupestres. Así de
soñadores éramos por entonces, así de pretendientes a arqueólogos éramos también,
quizá influenciados por los relatos de otros exploradores que nos precedieron y
que tuvieron la fortuna de descubrir yacimientos subterráneos increíbles. La gran
mayoría de las veces las paredes las encontrábamos inmaculadas, llenas de color
quizá, aunque sin huella humana. Pero en alguna ocasión sí tuvimos la suerte de
encontrarnos con representaciones prehistóricas que dormían su profundo y
milenario sueño en alguna pared, en la total oscuridad. Por lo general, eran sencillos
trazos, a veces indescifrables, hechos con un raspador, o esquemáticas pinturas
en negro representando motivos que eran cruciales para la vida del “artista” cavernícola.
Unas veces podía ser un antropomorfo sumamente esquemático dibujado con carbón,
otras, alguna trampa para cazar o un torpe ciervo inacabado, sinuosas líneas
semejando ondulaciones del agua o el simple tizonazo de una antorcha, por citar
solo algo de lo que nos llegamos a encontrar. Grafitis de la Prehistoria llenos
de sentido, aunque nada comparables con el supremo arte rupestre de Altamira o
Lascaux. Pero incluso en su humildad representativa, los momentos que nos hacía vivir cualquiera de estos descubrimientos
eran de un impacto emocional indescriptible e imborrable. Aún hoy lo llevamos escrito en la memoria como
si fuera ayer.
Todo esto viene al hilo de haber
localizado una serie de grafitis, mucho más modernos, en algunos edificios
antiguos del norte de Burgos, grabados o dibujados en sillares preponderantes y
de piel tan fina como un lienzo. Ellos me han recordado a las manifestaciones
rupestres descritas, solo que aquellas se hallan ocultas en la oscuridad y estas
a la luz del día y a la vista de todos.
En el caso de Quintanilla de Valdebodres
resulta llamativo el hecho de que la mayor parte de los motivos pictóricos se encuentren en el
dintel inferior de una ventana, desde luego un lugar incómodo para escribir,
dibujar o hacer algo coherente; esto solo podría explicarse si para llevarlos a
cabo quien o quienes los pintaron se ayudaron con una escalera, porque resulta en
verdad difícil pensar que se hicieran desde dentro de la vivienda. El gran
sillar bajo el alféizar se encuentra repleto de grafitis, entre los cuales abundan
cruces, algunos pequeños antropomorfos, incluidos espadachines, y otros
inclasificables, todo ello de aparente aspecto infantil. No hay ni una sola
letra, ni un solo nombre, solo trazos y dibujos hechos con pintura roja
(pintura roja como la utilizada en los vitores), lo que podría indicar que
fueron hechos por algún niño o joven iletrado. Algo comprensible si se tiene en
cuenta que el edificio que contiene esta ventana y este panel debe pertenecer al
siglo XVI, o como más temprano al XVII.
Otros grafitis hechos en sillares
hemos localizado en una casona del siglo XVIII en Salazar. Uno de ellos hecho a
carboncillo o lapicero, con cierta calidad artística, pues luce un caballo
encabritado de sorprendente realismo, lástima que el posible jinete que lo
montaba se encuentre ahora enmascarado por una inoportuna pintura blanca. Más
tosca es la figura de una persona barbuda (no se aprecia bien si es mujer u
hombre), dibujada en negro en otro sillar con posición vertical.
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Caballo encabritado en un sillar de Salazar |
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Figura humana barbuda en otro sillar de Salazar |
Igualmente, en Pesquera de Ebro,
donde los buenos sillares todo lo impregnan, hemos visto representada la figura en negro de un cuadrúpedo acéfalo (tal vez un equino o bóvido), una
representación de arte popular de difícil datación.
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Cuadrúpedo pintado en negro en un sillar de
Pesquera de Ebro |
Así, pues, los casos descritos y otros
de los que ya dimos cuenta en su día (Gredilla de Sedano) no hacen sino poner
de manifiesto que el hábito de grabar, pintar o dibujar en las piedras de las fachadas
antiguas podría ser una costumbre hasta cierto punto normal, obligada quizá por
la carencia de papel y lienzos en dichas épocas y en ciertas casas del medio
rural.
Los sillares como lienzos.