FOTOGRAFÍA: Ventana en Renedo de la Escalera (15 de junio de 2020)
Han pasado los días más duros de la Pandemia
y la Desescalada me ha permitido el Reencuentro con el paisaje y sus pueblos. En
mi primera excursión, tras este sunami vírico que padecemos, he comprobado lo que
ya suponía, que la primavera generosa en lluvias ha decorado nuestros campos llenándolos
de maravillas, y que los pueblos menudos se han convertido en jardines gracias a los Confinados
que tuvieron la suerte de estar presos en ellos. Las mascarillas nos taparon nariz
y boca, pero no los ojos, afortunadamente. Y así, hoy podemos disfrutar de las
bellezas de la primavera. Ayer, en el paseo por el occidente, vi algunos abuelos
y abuelas transitar por carreteras solitarias entre pueblos, con y sin
mascarillas; debían inspeccionar el granado de los espigales de uno y otro lado
del camino, y quizá también soñar con el pronto abrazo de hijos y nietos confinados
en la ciudad. ¡Quién les iba a decir!
La ruta me llevó hasta el límite con
Palencia. Quería ver el enclave de La Rebolleda, pues lo mal-recodaba de hace muchos
años, y comprobé lo poco que allí hay; pensaba encontrar la magia de un
condado, pero todo quedó en un sueño. Antes había pasado por Renedo de La
Escalera, y allí sí, allí me salió al paso una ventana de fantasía, una de arco
conopial y repisas de bolas encajada en la torre de su iglesia, una anomalía
por lo extraño. Fue un chute de nostalgia por el trabajo arrinconado, una
emoción más para la colección de ventanas que llevo guardada en el apretado baúl
que ya conocéis, queridos amigos. Ventana de la Desescalada, la bauticé.