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Portada de la iglesia antes de la restauración. |
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Ábside de la iglesia antes de la restauración. |
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Sala capitular antes de la restauración. |
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La ruina era notoria antes de la restauración. |
FOTOGRAFÍAS: Ruinas de Santa María de Bujedo (1975). Nave de la iglesia de Santa María de Bujedo (Tomada en julio de 2014).
Fue un día
de hace treinta y más años, fue con mi desaparecido hermano mayor y otros
amigos, fue de noche y en la nave principal de la iglesia del monasterio de
Santa María de Bujedo, de Juarros. Nos manteníamos en pie sobre un metro de
estiércol de oveja que llenaba la iglesia, vacía de otros contenidos. Fue sobre aquella misma mierda donde y cuando pudimos escuchar a
J. S. Bach, con el volumen máximo de una cinta magnetofónica, en el coro final de su
Pasión según San Mateo, una debilidad musical de mi añorado hermano que
supo contagiarnos. El estiércol acumulado no conseguía por entonces empañar del todo la
acústica. Todavía siento el escalofrío que recorrió nuestra locura nocturna.
Los acordes sublimes en aquel lodazal de abandono nos heló la sangre. Fue algo
único, ya irrepetible, algo con aliento
desde que los monjes cistercienses abandonaron el lugar siglo y medio atrás.
Las ruinas habían respetado, a duras penas, la gran nave de la iglesia. Fuera
de ella, ábside, claustro, sala capitular, el resto del conjunto monacal,
estaba ya arruinado, y nada, pensábamos, podía hacerse ya por el rescate del
monumento, ¿o sí?
Pasaron años
de aquel concierto en la oscuridad, y alguien llegó y decidió que había que salvar
las ruinas de Bujedo, alguien con sobrado capital para invertir en el
monasterio muerto (mejor privado que desaparecido). Y se restauró, y ahora,
tras dos recientes visitas, me ha venido a la memoria aquella singular audición
y aquellas ruinas que conocí. Hoy tengo un deseo, seguro que inalcanzable:
escuchar en el mismo lugar el mismo concierto, pero con la dignidad que merece;
la nave de la iglesia, perfectamente restaurada, reúne condiciones acústicas
como ninguna otra. Quizá algún día.
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Nave de la iglesia, hoy restaurada |