FOTOGRAFÍA: Hontomín (Tomada en agosto de 2011).
En la Calle Mayor de Hotomín podemos ver hoy, diría que milagrosamente, una deliciosa ventana, probablemente del siglo XVI, enmarcada por una moldura pétrea decorada con bolas y puntas de diamante. ¿Sólo bolas y puntas? No. Si observamos bien el conjunto veremos que en los dos extremos de la línea inferior de bolas aparecen dos figuras distintas, una piña y una concha. A los profanos en simbolismos el tema nos pasaría desapercibido, pero si la curiosidad nos llamara, tal vez averiguaríamos que detrás de estos elementos se escondan los mensajes que el dueño de la casa primigenia quiso lanzar al mundo desde su ventana, uno de buenas intenciones hacia los demás y otro de carácter defensivo. Y es que, durante el Renacimiento, época en la que debió ser construida dicha casa, la piña, que tantas veces puede verse en periodos artísticos anteriores, se convirtió en un signo de hospitalidad y confort y que algunos establecimientos, como albergues o mesones, llegaron a lucir en sus fachadas. Y si bien parece muy extraño que un mesón de camino pueda lucir una ventana tan digna y esbeltamente trabajada, no sería del todo descabellado pensar en esta posibilidad, sobre todo teniendo en cuenta que la Calle Mayor de Hontomín formaba parte del antiguo Camino del Pescado, documentado ya en el XVI. Claro que, por esta última circunstancia, tampoco puede descartarse que estemos ante los restos de un antiguo hospital. Hay camino para la investigación.
En lo que respecta a la concha, veamos lo que Mircea Eliade, en su “Imágenes y símbolos”, nos dice:
En lo que respecta a la concha, veamos lo que Mircea Eliade, en su “Imágenes y símbolos”, nos dice:
Por su semejanza con la vulva, la concha marina y otras muchas
especies de conchas pasan por preservar de toda magia,
de la jefatura, o del mal de ojo.
Sin duda esta definición puede ser muy acertada también para la concha de Hontomín, sobre todo teniendo en cuenta las muchas supersticiones en las que, a pies juntillas, creían las gentes del páramo en aquella época (no sería serio por mi parte, sin embargo, considerar ni asociar el mensaje apotropaico de la piña a las legendarias brujas de Cernégula, tan cercanas a Hontomín).
En otro orden y dejando volar la imaginación, podríamos ver a algún habitante de la casa lanzar vivas y flores desde su hermosa ventana al emperador Carlos V en su viaje de Laredo a Yuste. Y es que en verdad tuvo que pasar rozando el edificio.
En fin, una maravilla de ventana.