Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

jueves, 27 de abril de 2023

MÁS BOCALLAVES MARAVILLOSAS



Bocallave.
La debió hacer un experimentado orfebre en 1886.


FOTOGRAFÍAS: Bocallaves (Tomadas en abril de 2023)

En entrada anterior pudimos ver una original bocallave cuyo interés añadido radicaba en contener en su herraje una cruz y una roseta de seis pétalos, los dos símbolos protectores por excelencia en los hogares rurales burgaleses, como todos sabemos. Decíamos que era un hecho insólito, pues hasta entonces no habíamos encontrado ninguno de estos artificios que reuniera ambos símbolos juntos.

Pues bien, hoy, por una extraña casualidad, he de volver a las bocallaves, porque en día muy reciente y sorpresivamente me salieron al paso dos ejemplares del siglo XIX cuya belleza y espectacularidad nada tienen que ver con todos los que he podido encontrar hasta ahora. Uno de ellos se encuentra en un lugar de la ribera del Duero y el otro en un pueblo no muy lejano a Burgos.

A la vista de ambos es cuando uno se da cuenta del gran valor patrimonial de las bocallaves y del peligro que corren al estar la gran mayoría a la intemperie. Es por este motivo que me encuentre ahora, de nuevo, en la eterna y grave tesitura de dar a conocer y de proteger. Aun así, no me resisto a compartir con vosotros la belleza reunida en ambos ejemplares, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, porque bien lo merecéis después de tantos años siguiendo esta bitácora. Permitidme, no obstante, que no dé más señales de localización por esos escrúpulos conservacionistas que seguro bien compartís. Conformémonos, entonces, con disfrutar de las imágenes obtenidas, y soñemos una vez más.


Bocallave. 
Por sus evidentes semejanzas con la anterior bien pudo hacerla
el mismo maestro orfebre.


martes, 18 de abril de 2023

DE NUEVO LA ROSETA Y LA CRUZ


Una bocallaves original.

FOTOGRAFÍA: Bocallave en la Colegiata de Roa de Duero (Tomada en abril de 2023) 

Todos los sabíamos, el trabajo recopilatorio de rosetas hexapétalas y cruces en la provincia de Burgos, aquel que dio pie a la publicación “La roseta y la cruz. Símbolos protectores del medio rural burgalés”, no podía ser completo. Estábamos seguros, en el inicio de la investigación, de que no llegaría a serlo, de que en algún lado del Burgos recóndito, y no tan recóndito, quedarían expresiones de estos símbolos por catalogar, como finalmente así ha sido. En nuevos recorridos por la provincia burgalesa, continuando con la catalogación de ventanas singulares, tantas veces interrumpida, nos salieron al paso numerosas cruces y rosetas hexafolias en distintos lugares y en distintas ubicaciones. Guardadas van quedando. Entre estos últimos descubrimientos se halla una bocallave en la colegiata de Roa de Duero que contiene, en sencilla chapa, los dos símbolos, un caso original, y extraordinario para nosotros, pues hasta ahora no habíamos detectado ningún artificio de esta índole con semejante característica. Aprendimos con el trabajo citado que eran corrientes las bocallaves con una solitaria cruz, pero ninguno llegamos a ver con los dos símbolos juntos. El hallazgo, pues, fue toda una sorpresa, y un regalo que quiero compartir con vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre.   

viernes, 14 de abril de 2023

ARTE SIN PRETENSIÓN DE SERLO


En la suave ondulación de la tierra...

un ejército ordenado de viñas.


FOTOGRAFÍAS: Viñedos de Valcabado de Roa (Tomadas en abril de 2023).

     No puede decirse que las imágenes que aquí os dejo hoy, queridos amigos de este Cajón de Sastre, sean con propiedad merecedoras de guardarse en la etiqueta que en su día creamos con el título de "arte en la naturaleza". Pero esta vez haremos una excepción. No es naturaleza libre, pues aunque algo se le parezca, lo que vemos sobre la tierra y bajo el cielo es un paisaje manipulado por el hombre, o la mujer. Tampoco puede decirse que sea arte, porque no se ha pretendido hacer semejante cosa con esta plantación de viñedo, como bien puede comprenderse. Y sin embargo, de las dos cosas hay en la composición surgida. A veces, la naturaleza intervenida y el arte sin pretensión caminan juntos para nuestro goce, solo se necesita mirar, y después de mirar, soñar. 
     Hacía mucho tiempo que no viajaba al sur, no sabía lo que me estaba perdiendo. 

martes, 11 de abril de 2023

LA RUTA DE LA SEDA (Y IV). GERARDO ABRAIRA, EL DIBUJANTE DE FÁBRICAS



Conjunto de la fabrica de sedas de Burgos (S. E. S. A:), con señalización de 
alguna de las dependencias
 (Dibujo de Gerardo Abraira)


FOTOGRAFÍA: Dibujo del conjunto S.E.S.A. (circa 1940)

DEPENDENCIAS SEÑALADAS:

1.- Entrada principal   2.- Ficheros   3.- Oficinas generales   4.- Almacenes   5.- Carboneras.. 6.- Salas calderas   7.- Talleres mantenimiento   8.- Sala máquinas   9.- Hilatura   10.- Blanqueo   11.- Clasificación   12.- Producción viscosos   13.- Cocheras   14.-Botiquín   15.- Viviendas unifamiliares para personal de la fábrica   16.- Barriada para personal de fábrica   17.- Iglesia del Pilar   18.- Escuela para hijos personal   19.-  Economato   20.- Transformadores   21.- Ácidos para hilatura   22.- Viviendas de notables (Director)                      


     Como ya se advirtió al principio de esta serie sobre las fábricas de seda artificial de Valdenoceda (Alday) y Burgos (S.E.S.A.), el motivo que dio origen a la misma fue el hecho de haberse recibido en este blog un impresionante dibujo de la segunda realizado por Gerardo Abraira, un autor del que nada conocíamos, poco o nada se conoce a nivel general, y por supuesto gran desconocido en Burgos. Dicho dibujo, alarde de una minuciosidad cuasi fotográfica, y que ya insertamos en la primera de las entradas, volvemos a reproducirlo aquí, con la variante de que cada una de las dependencias que se aprecian han sido señaladas para la mejor comprensión de lo que fue el conjunto sedero.
            El investigador Javier González de Durana Isusi es quien tuvo la gentileza de enviar para este blog el magistral dibujo de Gerardo Abraira. Pero, ¿Quién fue este desconocido dibujante, injustamente olvidado y cuya obra tan perfeccionista ahora nos asombra? Para contestar a esta pregunta nada mejor que recurrir a dicho investigador, que en la actualidad trata de recuperar toda su obra, de restaurar su memoria y prepara una gran exposición en Bilbao para el año próximo. Siguiendo su propio blog, 


sabemos que Abraira, en los años 40, trabajó de encargo para las más grandes fábricas, para aquellas que solicitaban su buen hacer con el fin de tener imágenes completas con las que presidir los despachos de directores o altos cargos, y también las salas de espera. 
    Fundamentalmente, su obra se centró en el país vasco, pero, por fortuna, también alguna fábrica burgalesa, además de S.E.S.A., se vio beneficiada por su hiperrealista estilo. Es el caso de Valca, en el valle de Mena, y de la vieja Fabril Sedera, cuya pintura colorista ya tuvimos ocasión de mostrar aquí, con su flamante chimenea, la misma que guarda todavía su memoria en la actual calle Sahagún.   
   A la vista del gran dibujo de S.E.S.A. es fácilmente adivinable que Gerardo Abraira tuvo como punto de observación para su trabajo un lugar alto, quizá al nivel de Villalbilla. De ahí que sea visible también toda la barriada de viviendas para obreros de la fábrica, la iglesia del Pilar y los campos de La Milanera. Y es que, como bien dice de Durana Isusi,  

"El hecho de mostrar las fábricas desde un punto de vista elevado proporcionaba una imagen de cierta grandiosidad que, sin duda, era querida por los empresarios. Como los antiguos generales que solicitaban a pintores el encargo de plasmar aquellos paisajes en donde habían acontecido sus victorias militares, los industriales bizkaínos encargaban a este modesto dibujante que les representara el paisaje de sus éxitos económicos".  

domingo, 9 de abril de 2023

ARTE POPULAR EN LOS PUEBLOS, EL CHICO DE LA VENTANA


Performance en Pineda Trasmonte.  



FOTOGRAFÍAS
: Pineda Trasmonte (Tomada en abril de 2023). 

     De un tiempo a esta parte vengo observando que los pequeños pueblos se están llenando de pinturas de tipo agropecuario y costumbrista. Muros y paredes de toda condición se han convertido en lienzos para pintores populares salidos de todas partes y de la nada. Por lo general, son artistas no profesionales, a lo que se ve llenos de nostalgia, que añoran las actividades que llevaron a cabo sus padres y abuelos y quieren recordar con colores una vida campesina en blanco y negro que ya forma parte de un lejano pasado, de un tiempo que no ha de volver. Pareciera que esta pléyade de artistas quisieran dar vida a la desolación de la España Vacía que se esconde tras ventanas a la nada. Toda expresión colorista vale para combatir el horror al vacío en un pequeño pueblo, todo es más llevadero si alguien nos recuerda cómo fuimos, aunque sea la arcadia infeliz de nuestros ancestros. Y ocurre que, entre tanto artista naif, tanta simplicidad de colores y formas, tantos bueyes trillando, tantas gallina picoteando, a veces surge alguien en algún pueblo menguado que ha desarrollado alguna idea diferente y de mayor enjundia. Esto pude comprobarlo, recientemente, en Pineda Trasmonte, lugar en el que el artista "oficial" dio muestras de imaginación y creó composiciones originales en rincones escondidos del caserío, como si con ello tratara de que todos participemos en un juego, su juego. Entre todas sus figuras me quedo con la del chico a punto de saltar por la desvencijada ventana de una casa arruinada, que bien podría interpretarse como alegoría de una huida, de la escapada del abandono y la soledad.

jueves, 6 de abril de 2023

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA (III), MEMORIA DE UNA PIONERA DE LA SEDA ARTIFICIAL


Parcial de la fábrica de sedas de Burgos, ya prácticamente levantada (circa 1920).
Foto Vadillo. (Archivo Diputación Provincial de Burgos).


FOTOGRAFÍAS:
Fabrica de Sedas de Burgos (de época). Paisaje de la fábrica de Valdenoceda. Pionera de la seda (Tomadas en 1995).  


LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA. 
MEMORIA DE UNA PIONERA DE LA SEDA ARTIFICIAL 

Memoria de la pionera Leonor

     Leonor García, de 89 años y natural de Valdenoceda es una de aquellas obreras que, habiéndose iniciado con tres de sus hermanas en la factoría de Alday,  decidió seguir la ruta de la seda por el Páramo de Masa hasta Burgos. De eso hace ya 66 años. Contacté con ella en uno de los chalecitos del barrio de El Pilar que miran al artístico caserón de la antigua Azucarera, construido en 1901 por el arquitecto Félix Landía. Todo en este lugar recuerda industrias fenecidas: sederas, hilaturas, telares, azucareras, curtidos, bombas durante la Guerra Civil... Hubo incluso, en 1915, intención de instalar junto a la Azucarera una gran fábrica para la producción de cartuchos por una sociedad metalúrgica creada con el visto bueno del "Ramo de Guerra", cuyo proyecto no llegó a fraguar debido a que la fábrica de luz "El Porvenir de Burgos" no estaba preparada para suministrar la energía que le era necesaria. 
     Podría decirse, pues, que esta zona de Burgos junto a la vía férrea fue el primer polígono industrial de la ciudad. Así lo debió entender José María Moliner, quien, según Leonor García, convenció a José Alday para que, al señuelo de que los trenes podrían entrar a la fábrica y de que los sueldos en Burgos serían bastante más baratos  ("en Valdenoceda cobrábamos 3, 50 pesetas al día y en Burgos pasamos a 1, 50") trajera la fábrica a Burgos. 
     La laboriosa anciana, primera mujer que entró a trabajar en S.E.S.A,, cuando sufrió la inesperada visita de este cronista y se vio sometida a un sorpresivo interrogatorio sobre su pasado en la seda artificial, lejos de retraerse sus ojos se iluminaron y empezó a recordar.  Y habló largo y tendido. Parecía que durante años hubiera estado esperando la visita de alguien a quien contar su historia, la de Valdenoceda y la de Burgos. "Yo me crié con los alemanes -explica-, ellos fueron quienes inventaron la seda artificial y con ellos me vine a Burgos". Se acuerda del apellido, Hattemberg ("don Ernesto") y de cómo estos ingenieros hicieron todo tipo de pruebas en Valdenoceda para la consecución de la seda artificial (rayón), "primero hicieron experimentos con harina de trigo, luego terminaron haciéndolo con papel". 


A la derecha de la carretera (C-629) se aprecian las casas donde vivieron los
obreros y obreras de la fábrica de Valdenoceda.
A la izquierda, los caserones de la propia fábrica, 
al fondo, el puerto de La Mazorra. 


     De José Alday, alma máter de la factoría del Ebro y cuyo nombre se perpetúa en el callejero de Valdenoceda, Leonor tiene un interesante y emotivo recuerdo para comprender, siquiera un poquito, el por qué del asentamiento de la fábrica en su pueblo: ""José Alday, que era de Santander, sufría mucho de reúma y los médicos le aconsejaron que cambiara de aires. Por eso sus padres le mandaron a Valdenoceda", probablemente para hacerse cargo de otra industria textil preexistente en el mismo lugar "que era de unos catalanes fabricantes de telas . Su dueño era don Magín", sigue explicando Leonor. 
     Agradece esta emérita sedera al industrial reumático que le regalara un terreno frente a la nueva fábrica "para hacerme una casita". En realidad, todas las pequeñas casas que pueden verse todavía frente a la sedera, al otro lado de la carretera, debieron pertenecer a los obreros y encargados de la fábrica.
     Con buen humor, y cierta dosis de nostalgia recuerda también la octogenaria cuando "a los más de treinta obreros y obreras que vinimos de Valdenoceda a Burgos nos alojaron en el pabellón de la Azucarera, que era de Moliner. Al principio dormíamos tirados en el suelo sobre los colchones que nos trajimos del pueblo". Pero este testigo excepcional siente una gran pena cuando revive el desmantelamiento del complejo industrial de Los Hocinos ocurrido en 1928: "Cuando se marchó la fábrica, se acabó el pueblo. A continuación se fue la fábrica de chorizos de los Uriarte, que entonces estaba allí, después se fueron las monjas del convento de Quintana, la Guardia Civil.... En fin, ahora me da mucha pena cuando me asomo al valle por La Mazorra". 




Leonor García, pionera en la seda artificial, fue encargada de la Sección del Silencio en
la fábrica de Burgos.  Tuvo a su cargo 114 "chicas". 


  "Era tal el recogimiento en la Sección del Silencio que más parecía un convento. De hecho le diré que una docena de chicas que trabajaron en ella terminaron haciéndose monjas".  




La Sección del Silencio

     Aunque no es la S. E. S. A. la protagonista de esta historia, Leonor García no puede evitar dar rienda suelta a sus vivencias en esta fábrica, pues no en vano, como ya se ha dicho, fue la primera obrera de la seda artificial en Burgos y por ello conoció los azarosos comienzos: "Echar a andar la fábrica y empezar la guerra", explica.  Y no solo eso. Durante el tiempo que duró la confrontación, en lugar de seda  "se fabricaron bombas y se trabajaba la trilita". Pero de todo su relato sobre la S.E.S.A., lo que más puede llamar la atención es su experiencia como encargada de la sección de clasificación de la hilatura: "Tenía a mi cargo 114 chicas y a mi sección se la conocía como la del silencio. En ella no se podía hablar nada porque podía haber confusiones al contar los filamentos del hilo. Era tal el recogimiento en la sección que más parecía un convento, de hecho le diré que una docena de chicas que trabajaron en ella terminaron haciéndose monjas". 

     La vida laboral de esta pionera de la seda terminó cuando S.E.S.A. llevó a cabo el traumático cierre en 1966, año coincidente con el de su jubilación.  

lunes, 3 de abril de 2023

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA (II). PRIMERA SEDA ARTIFICIAL EN ESPAÑA

Conjunto fabril en el desfiladero de Los Hocinos (Valdenoceda, circa 1920).
Primero fue fábrica de harinas, después fábrica de sedas artificiales,
 y más tarde sirvió como penal de presos, durante y después de la Guerra Civil.
(Foto: Vadillo. Archivo Provincial de la Diputación de Burgos),
 


FOTOGRAFÍAS: Fotos de época: Vadillo (circa 1920). Desfiladero de los Hocinos (2011).

PRIMERA SEDA ARTIFICIAL

     [...] A estas altura de la investigación sabía ya que en un primer término los caserones del Ebro fueron un importante centro de molturación harinera, y que posiblemente debido a la citada actividad textil desarrollada con anterioridad en Valdenoceda, después se convirtieron en en una fábrica de sedas artificiales. No obstante, la sorpresa mayor surgió cuando, revisando la hemeroteca de Diario de Burgos, localicé una gacetilla del 24 de julio de 1929 con el título "Una fábrica de seda artificial en Burgos", bajo el cual pude leer: "En realidad, la primera fábrica nacional de seda artificial ha sido la que instaló, y funciona actualmente en Valdenoceda de Villarcayo, la razón social Alday y Compañía. De modo que la primera fábrica nacional de seda artificial que ha poseído España ha cabido el honor de poseerla Castilla". El anterior texto se justificaba porque, según se informaba más adelante, había intención por aquel momento de trasladar la fábrica de Valdenoceda a Burgos. A este respecto, se decía  que "la Gaceta de Madrid de 20 de los corrientes nos trae la buena nueva de la autorización dictada por el Consejo de Economía a propuesta del comité regulador de la producción, por la que la Sociedad Alday y Compañía pueda trasladar la fábrica de Valdenoceda a Burgos". Así, con todos los datos obtenidos, decidí que era ya el momento de rastrear in situ el poso de la sedera en el valle de Valdivielso. De este modo, me trasladé a Quecedo, Ayuntamiento de aquella Merindad, con la esperanza de que allí habrían de darme pelos y señales de la histórica fábrica.  


Empleados de la fábrica de sedas de Valdenoceda (circa 1920).
(Foto: Vadillo. Archivo Provincial de la Diputación de Burgos).
 

     Qué equivocado estaba. Ni un solo documento sobre ella se conserva en ese Ayuntamiento. Pero la visita al pueblo de Los Cárcavos no fue del todo infructuosa:  Alcalde y secretario de la Merindad de Valdivielso me pusieron al corriente de cómo, durante los años de la Guerra Civil, e incluso algunos años después, la desmantelada fábrica y anterior molino se convirtió en un penal. Y no solo eso, me proporcionaron también nombres de personas mayores del valle que trabajaron en la seda y que podrían ofrecerme jugosas informaciones. He aquí alguna de ellas:  Gaspar Gómez, de 77 años y vecino de Quecedo, que podría instruirme sobre el tema del penal; Celestino de la Torre, de 95 años y vecino de Condado, que hizo portes con su camioneta para la fábrica; y Heliodoro Diego, de 92 años y residente en Valdenoceda, que trabajó durante nueve años en la hilatura de la sociedad Alday.    


Río Ebro y desfiladero de Los Hocinos, maravilloso paraje para la suavidad de la seda.


Testigos de la historia. 
Celestino de la Torre sacó su carné de conducir estando en la Guerra de África.  Con su camioneta ayudó a trasladar la fábrica de Valdenoceda a Burgos. 

     Por haber dedicado toda su vida al transporte, tanto de viajeros como de mercancía, el nonagenario Celestino de la Torre goza en el hermoso valle de Valdivielso de una enorme popularidad. Disfruta también de una envidiable salud y excelente humor, y afirma tener solicitado, "no se si me lo aprobarán", llegar a los cien años. Camino de ello lleva. Y es que, comenta ufano, "le voy a decir una cosa: yo he llevado a muchos  enfermos a los hospitales de Burgos, pero yo nunca he he hecho noche en ningún hospital".
     De su ajetreada vida como transportista, entre otros viajes "hacía el servicio diario entre Valdenoceda y Oña". Recuerda que "la  primera camioneta que se vio en el valle fue la mía; me costó 3000 pesetas y se la compré a a Quintanilla, en la calle de la Paloma de Burgos. El carné lo saqué en el año 21 (1921), estando en la Guerra de África". Precisamente, de su paso por el ejército  recuerda que "cuando el Desastre Annual, yo estaba pasando la mili en el castillo de Burgos, de donde me llevaron a Melilla. Allí estuve tres años,  en el Gurugú". Y del castillo de Burgos le diré que lo que más recuerdo es la cantidad de chinches que había y las subidas y bajadas al río Arlanzón para dar de beber a los mulos del cuartel".
     Celestino tiene, pues, tres temas fundamentales en su relato: la conducción, la guerra de África y la famada fábrica de carros de Condado, que perteneció a su familia. Tres recuerdos, tres pasiones. Y una más: su esposa, María Alonso de Armiño, que llegó de la Pampa Argentina y con la que lleva en matrimonio la friolera de 63 años. Por eso, de no ser reconducido en su discurso, difícil habría sido llegara la fábrica de sedas del Ebro, motivo de mi entrevista con él.  Así, a duras penas pude "extraerle" que se instalaría sobre 1918" y que "en aquel tiempo trabajarían en ella más de cincuenta operarios, todos ellos procedentes de los pueblos del valle". Explica, así mismo, que "la fábrica tenía un camión de ruedas macizas la con el que transportaba los productos. Yo mismo hice portes hasta Briviesca, de donde se llevaban a Barcelona; en incluso, cuando se desmontó la fábrica, ayudé a a llevar la maquinaria a Burgos, a la Azucarera". 


La fábrica de los Alday en Valdenoceda tenía cuatro telares.

                      
     Una cosa estaba ya suficientemente clara: la fábrica de sedas artificiales de Valdenoceda se trasladó a Burgos, a las antiguas instalaciones de la Azucarera, situadas junto a La Milanera. Esto me lo confirmó también Heliodoro Diego, natural de Condado y vecino del barrio de Enmedio, de Valdenoceda, que habiendo entrado a trabajar en la fábrica del Ebro a los 16 años, asegura que los caserones que ahora se ven "pertenecen a la fábrica de harinas y que después se aprovecharon para la de sedas"; y algo más: "En la fábrica, que tenía cuatro máquinas de hilar, se trabajaba a relevos, los hombres en tres turnos y compaginando con las tareas del campo, y las mujeres solo por el día". Tampoco había ya duda, a estas alturas de la investigación, de que la Sociedad Alday y Compañía, de Los Hocinos pasó a convertirse en la hoy  también desaparecida S.E.S.A (Sedera Española S.A.), de Burgos, la primera fábrica de importancia instalada en la capital y que tantas expectativas llegó a crear entre la clase trabajadora. 
     Heliodoro me había advertido de que con la marcha de la fábrica de Valdenoceda muchos obreros y obreras del valle que trabajaron en ella se fueron también a Burgos, una circunstancia que me hizo pensar en que tal vez sería más fácil contactar con obreros de la vieja fábrica en la capital burgalesa que en el pueblo de debajo de la Mazorra. Así, pues, decidí que el paso siguiente habría de ser la localización de jubilados de la S.E.S.A. en el Barrio del Pilar, allí donde todavía se alzan dos grandes chimeneas como testigos del azúcar y de la seda artificial.  

Continuará: 

viernes, 31 de marzo de 2023

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA



Vista en su conjunto de la desaparecida Fábrica de Sedas de Burgos (S.E.S.A.).
Grandioso dibujo realizado en 1942 por D`Abraira.
(Gentileza de Javier González de Durana Isusi)


            

FOTOGRAFÍAS: Dibujo de la Fábrica de Sedas (1942). Otras fotos, 2011.

     Con este título, en abril de 1995 publiqué en el extinto Diario 16 Burgos un reportaje sobre la historia y evolución de unos viejos caserones a orillas del Ebro, en Valdenoceda, y la importancia que tuvieron, primero como sitio molinar y más tarde como centro de producción de seda artificial. Fue publicado también en el libro de edición propia Burgos en el recuerdo II (1998). Y ahora, tras haber recibido recientemente por correo electrónico un grandioso dibujo, inédito y más o meno aéreo, de la ya desaparecida Fábrica de Sedas de Burgos (SESA), de la que se habla ampliamente en dicho reportaje, he creído conveniente reproducirlo, una vez más, en este blog, pensando en las muchas personas que pueden estar interesadas en el tema, incluso para las que no viven en Burgos, que de esta manera pueden tener más fácil acceso. 
(Dada la extensión del reportaje permítaseme reproducirlo en varias entregas)
 

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA (I)

     A la entrada del pintoresco desfiladero de Los Hocinos, en el término de Valdenoceda, existen, poco antes de de llegar al Puente del Aire, entre la carretera C-629 y el río Ebro, dos viejos caserones repletos de ventanas que siempre habían despertado mi curiosidad. Su presencia algo apartada del pueblo, y su arquitectura, aparentemente fabril, siempre me hicieron intuir que en ellos podrían haberse vivido acontecimientos de interés para la historia de Burgos. Nunca hubiera sospechado, sin embargo, que para seguir su rastro histórico habría de saltar de Valdenoceda al Barrio del Pilar, de la capital burgalesa, o que tendría que abrir página del capítulo  más negro de la historia moderna de nuestra patria.

     Todo comenzó una mañana de legajos y polvo decimonónico del mes de marzo pasado, en el Archivo Histórico Provincial. Trataba en aquella ocasión de recabar información sobre el balneario de Montejo de Cebas cuando cayó en mis manos una pequeña carpeta sujeta con estrechas cintas con los colores de la bandera republicana, en cuya tapa podía leerse: "Aprovechamiento de aguas para la Fábrica de Sedas Artificiales de Valdenoceda". 

     ¿Una fábrica de sedas en Valdenoceda? Al instante comprendí que aquella factoría debía estar íntimamente relacionada con los caserones de Los Hocinos. Emocionado, desaté los apretadísimos nudos de  aquel legajo de Obras Públicas, encontrándome con varios escritos. En el primeros de ellos, Ernesto Hattemberg, director y gerente de la Fábrica de Sedas Artificiales de Valdenoceda (Merindad de Valdivielso) propiedad de Alfredo Alday de la Pedrera, en "testamentería" se dirigía al gobernador civil de la provincia (mayo de 1925) para que fuera corregido un expediente de la Dirección General de Obras Públicas en el que, según el citado director, se presentaban como inexactos tanto la cantidad de agua aprovechada para el salto como la altura del mismo, que en realidad eran de 6. 000 litros por segundo y 3, 20 metros respectivamente.   

     No era  mucha aquella información, pero me pareció suficiente para iniciar las pesquisas sobre los caserones del Ebro. Y así, con esa primera y sorpresiva toma de contacto con la susodicha fábrica, prometí aquel día acercarme a Valdenoceda tan pronto como me fuera posible. No obstante, y en tanto surgiera aquel viaje, tenía varios puntos en Burgos para continuar la investigación.    



Río Ebro a su paso por el desfiladero de Los Hocinos.
Conjunto de lo que fue en un principio gran molino harinero
y más tarde fábrica de sedas artificiales.
 Se aprecian también las casas donde vivieron los obreros de la fábrica. 


            El gran molino del Ebro

     Acudí en primer lugar a mi inseparable Madoz, aunque, lógicamente, nada podía decir el desamortizador de una fábrica de sedas artificiales en Valdenoceda, ya que este producto comenzó a elaborarse en España a principios de este siglo. Menciona Madoz, eso sí, una "nueva fábrica de harinas con siete piedras capaz de moler 50.000 fanegas al año". Un buen dato este, pues con él creí despejada una primera e importante incógnita: el origen de los caserones.  

     La presencia de una gran fábrica de Harinas en Valdenoceda quizá se explique por la existencia de una corriente de agua importante como la del Ebro, pero también por la estratégica situación de dicha población, espléndidamente comunicada por los caminos de Burgos, Santander, Bilbao, la costa cantábrica y La Rioja, cuestión esta no baladí para la ulterior actividad de seda artificial que habría de desarrollarse en ella. 

    La molienda pudo haberse desarrollado en este lugar desde mediados del siglo pasado hasta, al menos, 1894. En este año aparece todavía citada la fábrica de Los Hocinos en un "Indicador General de la Industria de Burgos",  publicado por M. Velasco, figurando como su propietario Severino Arce. Era aquel un tiempo en el que Valdenoceda, con cuatro barrios, contaba con 225 habitantes, 139 más que en el momento de construirse el molino, y prácticamente los mismos que tenía su vecino Puente Arenas.   

     ¿Cómo surgió en este lugar de Valdivielso, hoy tan admirado por su paisaje y su arte, una fábrica de Sedas? Esa era la siguiente incógnita por desvelar. ¿Hubo tal vez antes en Valdenoceda alguna otra experiencia textil?  Esto solo podría ser contestado por E. Larruga en sus "Memorias Políticas y Económicas. 1785-1800". Y a fe que dicho historiador satisfizo mis expectativas. En su imprescindible obra pude averiguar que la vida textil en  los caserones citados no fue un hecho aislado en Valdenoceda, pues ya a mediados del siglo XVIII la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas estableció en uno de sus barrios (Valdeviñas) una "fábrica de bayetas, mantas, barraganes, franelas, estameñas sargas, monfortes, cordellate, camelotes y otros géneros". Larruga describe que aquella fábrica contaba con "catorce telares corrientes en la que se empleaban 8 personas de todos los oficios", y que "para ella se edificó una casa nueva, sacándola de planta, de 28 varas de largo y 18 de ancho, con dos suelos;  otros para tinte, calderas, tinas y demás pertrechos; un batán sobre el río Ebro con dos pilas, cuatro mazos y canal de piedra de sillería; y un haspa que cogía cuatro madejas torcidas y 45 husos; una percha con sus baluartes y diferentes carros para la hilaza; repartiéndose estambre para hilar a la rueca en 25 lugares". 



Casona de la familia de la Garza en el barrio de Valdeviñas, de Valdenoceda.
En el siglo XVIII fue importante fábrica de tejidos.

Casona-fábrica en el barrio de Valdeviñas 
     
     Todo un complejo industrial, sin duda, aquel barrio de Valdeviñas, o de Arriba, cuyos productos en él elaborados  "utilísimos y muchos de ellos no fabricados todavía en España" eran enviados, en su totalidad, a la "provincia de Venezuela, su capital Caracas y Maracaibo". Por eso, por su gran importancia para el país, la Junta General del Comercio, reinando Fernando VI, dispuso que esta fábrica gozara de "franquicias y exenciones concedidas a las demás fábricas del Reyno". Todavía en 1779, siendo Francisco de la Garza  administrador de la mencionada Compañía Guipuzcoana de Caracas y "principal" de la factoría de Valdivielso, se elaboraban en ella "bayetas, mantas, sempiternas, estameñas y otros texidos de lana excepto paños". Hoy, el viajero curioso que se acerque a Valdenoceda podrá todavía ver en el citado barrio la casona-fábrica en cuestión, propiedad de la familia de la Garza.



Artístico balcón blasonado de la casona de la Garza. 

Continuará:   

lunes, 27 de febrero de 2023

BARRIO ALTO DE CEREZO, EN EL CORAZÓN DE LAS RUINAS


Cerezo de Río Tirón hace un cuarto de siglo.
Algo ha cambiado desde entonces
en el Barrio de Arriba.   


FOTOGRAFÍAS: Cerezo de Río Tirón (1997) Ruinas del Barrio de Arriba (febrero de 2023)

Ha pasado un cuarto de siglo desde que obtuve la panorámica de Cerezo de Río Tirón que aquí os dejo, queridos amigos de este Cajón de Sastre. Mucho e imperdonable tiempo para cumplir la promesa que entonces me hice de subir a las ruinas que se recortaban en lo más alto de la montaña, a las que se veían y las que se adivinaban bajo las nubes tormentosas. ¿Por qué hasta ahora no había cumplido esa promesa? No lo sé, de verdad que no lo sé, probablemente porque la provincia de Burgos tiene muchos focos de atracción, demasiados para abarcarlos a todos en una vida. No sabía, aunque lo intuía, lo que me estaba perdiendo. Necesitaba subir sin más dilación para entender, para comprender los muñones pelados que desde la lejanía se apreciaban, y aún se aprecian, sobre Cerezo. Y así, por fin, un día reciente de este demente febrero bajo cero, en compañía de mi insustituible ojo avizor (que será de azor, pues a ella no se le escapa nada), he subido al lugar donde las ruinas se juntan con el cielo, que es como decir donde se ubicó, hasta no hace tanto, el llamado Barrio de Arriba, principio de un Cerezo nacido al amparo de un castillo ya borrado. El espectáculo es de guerra, sobrecogedor. La historia de los restos de este Barrio es bien conocida, y escrita está ahora en varios paneles hincados, suficiente para no perderse en divagaciones. Enfrente tienes la iglesia de Nuestra Señora de la Llana, te dice uno de los carteles, la que fue románica, la que lució la soberbia portada de este estilo que durante muchos años pudimos disfrutar en el Paseo de la Isla, en la ciudad de Burgos. Nada queda de esta iglesia en pie, a los sumo algunas piedras confundidas entre el amasijo general. Otro cartel te dice: tienes enfrente la parte más alta de la montaña, el rellano donde se asentó el castillo de Cerezo, el origen de todo (754). Y entonces quieres que tus pasos se muevan aquí y allá por el recinto, lo mismo para tratar de imaginar fosos y patio de armas que para hallar muros y basamentos que configuren los siglos enterrados. Nada queda de la fortaleza, solo dos catas arqueológicas hechas por alguien que quiso encontrar y sentir la chispa de las espadas y el combate de los vientos pasados. Lo demás son ruinas de casas, testimonios muertos del Barrio de Arriba. Lo demás es también la iglesia de Nuestra Señora de Villalba, cuyos muros en suspenso encogen hoy el ánimo y son un peligro para osados visitantes. En verdad parece que solo falta un breve soplo del regañón para que todo se venga abajo, y cuando esto haya ocurrido la imagen de Cerezo, visto desde la distancia, será ya muy distinta.


Restos del Barrio de Arriba. 


Aún se aprecian vanos de las casas. 

Ruinas de Nuestra Señora de Villalba,
un peligro para osados visitantes.


lunes, 20 de febrero de 2023

RENACIMIENTO EN LA CALLE DE LAS SOMBRAS


Delicias del Renacimiento en la Casa de Miranda.


Bellezas oníricas en la calle de La Calera.



Elegancia de otro tiempo

Caprichos en la oscuridad


Siempre injustamente en las sombras.


FOTOGRAFÍAS: Ventanas en la Casa de Miranda (Tomadas en febrero de 2023)

Quizá esté equivocado al llamar calle de las sombras a la que en realidad es calle de La Calera. Es una impresión muy personal, probablemente fijada porque casi siempre que paso por ella tengo la mala fortuna de encontrarla en sombras, sino en su totalidad al menos el lado en el que se encuentra la parte trasera de la Casa de Miranda, hoy Museo Arqueológico. Y es una pena que la luz solar sea tan esquiva en esta calle, pues el sombrío no nos deja ver en su plenitud las maravillosas ventanas de dicha casa que dan a esta vieja rúa burgalesa. Una rúa, por cierto (a título de curiosidad lo cuento, queridos amigos de este Cajón de Sastre) donde, según el Diccionario de Pascual Madoz, a mitad del siglo XIX hubo una fábrica “a imitación de la inglesa” de loza fina “con buenos talleres y hornos” y donde se ocupaban 100 personas, lo que no estaba nada mal para la época. Dice Madoz que esta fábrica “se halla en la calle de la Calera y está sostenida por una empresa, habiéndose dado la primera hornada el día 10 de julio de 1846”. El dato es muy interesante, aunque no llega a aclararnos el porqué del nombre de la calle; y a este respecto me atrevo a sugerir que probablemente antes que la citada fábrica debió existir en ella algún horno de fabricación de cal, uno o más de uno.  

Pero a lo que íbamos, comentábamos sobre las ventanas. Y aquí, queridos amigos, tengo que deciros que este post solo y exclusivamente está guiado por la belleza. Sabéis que nunca ha sido mi intención hacer catalogación de ventanas de los grandes monumentos en las grandes poblaciones, sino que, por el contrario, ha sido la de dar a conocer las del medio rural, tan infravaloradas ellas pese a su importancia artística. Hoy, sin embargo, la belleza me ha podido y no me he resistido a la excepción. Las ventanas traseras de la Casa Miranda, de primoroso Renacimiento, son tan extraordinariamente bellas que merecerían estar más expuestas a la luz y menos a las sombras.