FOTOGRAFÍAS: Varias del estado actual de la escuela-preceptoría de Arija; tomadas el 6 de junio de 2010.
DE ÉPOCA: Colegio Argüeso recien construido y alumnos de la preceptoría. (Ver sitio web Arija).
Hace poco guardamos en este Cajón de Sastre algunos apuntes sobre Pradoluengo. Decíamos que esta localidad fue durante muchísimos años una isla fabril en un contexto mayoritariamente agro-ganadero de la provincia de Burgos. Pero al decir eso nos olvidábamos de Arija, otro núcleo burgalés que debemos incluir en la lista de los que se distinguieron como industriales; bien es cierto que, en el caso de este último, por iniciativa de gente extranjera. Arija tenía buenas arenas y ello permitió la instalación, en 1906 y con capital francés, de una gran fabrica de vidrio (“Cristalería Española S.A.). Y así, lo que hasta entonces fue uno de tantos pueblitos ganaderos del norte de Burgos, se convirtió en un emporio industrial en el que llegaron a trabajar cerca de 1000 obreros. Y como suele suceder en estos casos, en torno a la fábrica surge un pueblo nuevo, con estación de ferrocarril, con lujosos chalés para los directivos y barriadas para los obreros y sus familias, llegados en aluvión de los pueblos del entorno o de lugares más lejanos, comercios, banda de música, equipo de fútbol, cuartel de la Guardia Civil, etc; se crea trabajo en Arija, llueven sueldos, que sustituyen las veleidades y miserias del campo. En definitiva, se vive cierto dinamismo y optimismo en los pueblos de La Vilga. En este contexto, los patronos construyen una espaciosa y bonita escuela mixta, que hoy puede verse, en estado de abandono y cierta ruina, en el barrio de la fábrica, junto a un pequeño parque donde se alza un monumento al primer director de la empresa, Arsenio Brachott. Pero antes de esta escuela hubo otra, la que fundó en 1891 León Argüeso, un hijo de Arija, en el mismo pueblo y junto a la carretera que lleva a Santa Gadea de Alfoz. “Colegio de Instrucción Pública”, se llamaría al principio, y más tarde, “Colegio-Preceptoría Argüeso”. Aquí, hasta principios de los sesenta del pasado siglo, se impartiría latín a todo pasto a chavales internos que, llegados de los pueblos de los alrededores, irían después a llenar los seminarios de Burgos. En la actualidad, el edificio, un delicioso caserón de dos plantas, de corte clásico y construido con excelente sillería arenisca, con ventanas y acceso graciosamente recercados, se encuentra en estado ruinoso. Luce sobre la puerta principal una placa con inscripción en la que puede leerse el nombre del fundador y el año en que fue construido.
Adela Gómez, de 88 años, y hermana del último preceptor, Luis Gómez Alonso, recuerda que en la última etapa vivían en el colegio el preceptor y su familia; el primero dedicado a su latín y otras humanidades y ella misma atendiendo a los internos en los asuntos domésticos, como hacer las camas, la comida, etc.: “Había un salón muy grande con 20 o 25 camas”. Entre sus recuerdos guarda la imagen de los chicos a su llegada al colegio, “llorando porque no querían quedarse”, y la de los examinadores, que venían de Burgos haciendo recorrido: “Examinaban en la Preceptoría de Escalada, en la de Villanueva de la Nía y en esta de Arija”.
Las dos escuelas de Arija, barrio de la fábrica y preceptoría, son una muestra más de patrimonio burgalés arruinado. Haría bien el Ayuntamiento de esta localidad en dar a ambos edificios una utilidad, antes de que puedan llegar a desaparecer.
Adela Gómez, de 88 años, y hermana del último preceptor, Luis Gómez Alonso, recuerda que en la última etapa vivían en el colegio el preceptor y su familia; el primero dedicado a su latín y otras humanidades y ella misma atendiendo a los internos en los asuntos domésticos, como hacer las camas, la comida, etc.: “Había un salón muy grande con 20 o 25 camas”. Entre sus recuerdos guarda la imagen de los chicos a su llegada al colegio, “llorando porque no querían quedarse”, y la de los examinadores, que venían de Burgos haciendo recorrido: “Examinaban en la Preceptoría de Escalada, en la de Villanueva de la Nía y en esta de Arija”.
Las dos escuelas de Arija, barrio de la fábrica y preceptoría, son una muestra más de patrimonio burgalés arruinado. Haría bien el Ayuntamiento de esta localidad en dar a ambos edificios una utilidad, antes de que puedan llegar a desaparecer.
NOTA: las dos fotografías de época que se adjuntan han sido obtenidas de una magnífica colección que puede verse en el sitio web de Arija.
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