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Palomares colgados. |
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Ventanas de palomas. Pinturas con simbolismo. |
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Valle Rosa. Restos de palomar. |
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Valle Rosa. Entradas decoradas. |
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Valle Rosa. Multitud de ojos de los palomares. |
FOTOGRAFÍAS: Palomares del Capadocia (Valle Rosa) Tomadas en mayo de 2010.
Hay veces que las asociaciones son inevitables. En la anterior entrada de este Cajón de Sastre salieron a nuestro encuentro algunos palomares notables en la zona de Villadiego. Y ello me hizo recordar, como ya advertí, que era éste un tema poco o nada estudiado en Burgos. Bien lo han sido los palomares de otras provincias castellano-leonesas, como por ejemplo Zamora y León, pero de Burgos no se conocen estudios que puedan así considerarse. Los ejemplares de Manciles y Arenillas de Villadiego me hicieron pensar en lo interesante que sería catalogar los distintos modelos de Burgos, y establecer comparaciones con los de otras zonas de España, y quizá del mundo. Y aquí es donde mi imaginación voló hacia los palomares excavados en la roca de Capadocia. Hoy quiero compartir con vosotros, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, algunas imágenes de estos palomares trogloditas, que en un primer momento llegaron a confundirnos, a mí y a mi familia, pues nos resultaba complicado diferenciar entre lo que eran viviendas, iglesias y otras oquedades artificiales, algunas en lugares inverosímiles e inaccesibles. Y así, ventanas y más ventanas en las rocas volcánicas de Capadocia, la mayoría decoradas con extraños dibujos, aparecieron ante nosotros provocadoras. Y aunque mentiría si no dijera que poco a poco fuimos intuyendo algo, quisimos saber, a ciencia cierta, qué eran todos aquellos ojos que nos miraban retadores, llenos de misterio. No tardamos en saberlo de boca de un nativo. Un joven guía de una fantástica y perdida iglesia rupestre, que tenía su “oficina-tienda” en un amplio abrigo rocoso, nos sacó de nuestras dudas: aquellos ventanas, aquellos orificios no eran otra cosa que palomares, palomares de siglos de antigüedad, algunos bizantinos, otros, otomanos... Precisamente, la cueva en la que nos encontrábamos era un palomar abandonado que perteneció a su abuelo. En un rincón de la cueva se veía un acceso ascendente que era por donde subió su abuelo a los pisos del gruyere para coger el guano de las palomas. Guano que, una vez apañado en el subterráneo, era sacado al exterior por las ventanas y luego recogido para fertilizar las huertas. Un explicación bien sencilla. Pero quedaba la segunda parte: el porqué de las pinturas en las bocas de los palomares, aquellos extraños dibujos en las ventanas que bien podían haber sido pintados por los artistas trogloditas cristianos que pulularon en masa por aquel lugar capadocio. Nos extrañaba sobremanera el tema, y nuestro amigo turco, que parecía dominar el tema, nos dio una explicación que nos dejó turulatos: ¡los dibujos servían para que las palomas acertaran a entrar cada una en su habitáculo correspondiente! (¡como si las palomas fueran capaces de entender dibujos!) Aunque también, pensamos nosotros, las distintas representaciones y colores podrían ser indicativas de la distinta pertenencia, o lo que es lo mismo, cada dibujo, un palomar y un propietario diferentes. Por no hablar de los simbolismos. Sobre este tema, seguro que en Turquía habrá sesudos estudios etnográficos y arqueológicos que nosotros desconocemos. Me gustaría conocer más sobre este apasionante tema.
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