FOTOS: En la estación de tren de Peñahorada. En el polvorín de las canteras de Hontoria.
En anterior artículo denunciaba a los descerebrados que embadurnan con inscripciones sin arte ni sentido los edificios abandonados y saqueados. Decía que eran bárbaros, gentes sin escrúpulos y sin atisbo de piedad hacia el calor humano que emanaba de dichos edificios. Ellos no son artistas, pero pintan borrones allá donde más pueden verse sus limitaciones intelectuales.
Hay otras personas, en cambio, jóvenes artistas que, sin lienzos, ni galerías ni espacios donde poder desarrollar sus inquietudes y trabajos, aprovechan las paredes muertas de la desolación para vomitar todo el arte que llevan dentro. Me refiero a algunos “graffiteros” que, necesitados de paneles amplios, de concentración y tranquilidad de actuación, se arriesgan en edificios abandonados y arruinados. Son los artistas de la desolación, anónimos que con gran riesgo para su integridad física eligen y decoran las paredes amenazantes; son los muralistas de los techos derrumbados, de las paredes mohosas, de los escombros de barro y clavos. Ellos, sus pinturas, su arte, son la última vida de los edificios que dejaron de tener utilidad.
Sean, pues, estas humildes líneas mi particular homenaje a vosotros, queridos “graffiteros” anónimos de la noche. Aquí os presento alguno de vuestros trabajos.
agosto 2009
En anterior artículo denunciaba a los descerebrados que embadurnan con inscripciones sin arte ni sentido los edificios abandonados y saqueados. Decía que eran bárbaros, gentes sin escrúpulos y sin atisbo de piedad hacia el calor humano que emanaba de dichos edificios. Ellos no son artistas, pero pintan borrones allá donde más pueden verse sus limitaciones intelectuales.
Hay otras personas, en cambio, jóvenes artistas que, sin lienzos, ni galerías ni espacios donde poder desarrollar sus inquietudes y trabajos, aprovechan las paredes muertas de la desolación para vomitar todo el arte que llevan dentro. Me refiero a algunos “graffiteros” que, necesitados de paneles amplios, de concentración y tranquilidad de actuación, se arriesgan en edificios abandonados y arruinados. Son los artistas de la desolación, anónimos que con gran riesgo para su integridad física eligen y decoran las paredes amenazantes; son los muralistas de los techos derrumbados, de las paredes mohosas, de los escombros de barro y clavos. Ellos, sus pinturas, su arte, son la última vida de los edificios que dejaron de tener utilidad.
Sean, pues, estas humildes líneas mi particular homenaje a vosotros, queridos “graffiteros” anónimos de la noche. Aquí os presento alguno de vuestros trabajos.
Hoy he descubierto este "artista de la desolación" que me ha encantado. Creo que a ti y a tus lectores/as os puede interesar ver estos videos.
ResponderEliminarhttp://blublu.org/sito/video/video.htm
Un saludo y disfrutad!