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Al pie de una antigua calzada |
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Su tronco desgajado, desvencijado |
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Nuevos tentáculos buscan la verticalidad, la luz |
FOTOGRAFÍAS: Moral en Torrepadre. (Tomadas en junio de 2014)
Derrumbado sobre mil años,
descuartizado su tronco madre por el peso de su vejez, arrastrando su grandeza
leñosa junto al Arlanza, el Moral de los Moros aún saca fuerzas para
crear nuevos tentáculos a la vera del camino medieval y del antiguo pueblo que
le dio vida, frente a los restos de una cercana iglesia que murió. Tiene dos
caras el moral moro, la una es de invierno, cuando para dormir se desviste y,
turbado y sin turbante, muestra su abultada y desgarradora desnudez a los
alisos del río. La otra cara es de temporada primavera-verano, tiempo de viva y
frondosa copa, pasarela de velo agareno que cubre con generosidad sus
vergüenzas desgarbadas. El espectáculo termina cuando el moral moro se tiñe de
rojo, para el deguste de todos y como homenaje a la leyenda.
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