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Nos recibe una aldea eterna |
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La torre del reloj controló la vida en la aldea, hoy está detenido. |
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Eterna hace cuarenta años |
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La iglesia en su estado actual
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La iglesia en En 1975 |
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Abandono, saqueo y ruina, por este orden |
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Se olvidaron del púlpito y el confesionario |
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Parece que sin salvación |
FOTOGRAFÍAS: Eterna y su iglesia. (Tomadas en mayo de 2015 y 1975).
A juzgar por
su nombre, es altamente probable que quienes fundaron la aldea en aquel
escondido y montuoso lugar lo hicieran pensando en que resistiría el paso del
tiempo. Uno puede imaginar al conductor del grupo repoblador (probablemente algún
clérigo) barajando nombres, en primer lugar de la lista santoral.
Todos los lugares han de tener un nombre, dijo a quienes le acompañaban.
Levantemos primero la iglesia, en este altozano que domina el valle,
dediquémosla a San Esteban y démosla vocación de eternidad, debió decidir en un
momento de sublime elevación. Y como lo de eternidad le sonó bien, propuso a los
colonizadores de aquellas brañas que el lugar se llamara
Eterna, precioso y sugestivo nombre que debió ser aprobado por
unanimidad, pues su significado llevaba implícito que para siempre jamás el
pueblo habría de existir. Qué bien, todos quedaron contentos y llenos de
orgullo, ¡su pueblo sería eterno!
Elucubraciones, por supuesto.
Ha pasado
medio milenio desde aquella fundación (o más) y el pueblo, con sus altibajos, superando incluso el drama de la despoblación que ahora nos aflige y a pesar de su
difícil comunicación con el mundo exterior (entendamos su mundo exterior por otras
aldeas circundantes perdidas también en las serranías), rodeado por un
paisaje de bosques impenetrables, Eterna sigue en pie y con
vida, afortunadamente; los pocos vecinos que resisten seguramente lo hacen felices, pensando que
todavía falta mucho para que su pueblo alcance la eternidad. ¿Toda Eterna
resiste? No, la aldea sí, con casas abiertas, pero su iglesia, no, y la escuela tampoco, pues ya no tiene niños. La iglesia, su edificio, ha sucumbido, no ha resistido la penitencia de estar en un
elevadísimo cerro ni el goteo emigrante de su vecindario. Que el abandono, la ruina
y el saqueo, sobrevenidos, están reñidos con la eternidad. Está por ver cuánta
más eternidad le queda por vivir a Eterna, esperemos que sea toda.
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En la ermita arruinada se instaló el reloj, para que todos vieran y sintieran desde abajo las horas |
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La nueva escuela se construyó en 1960,
y se cerró ocho años más tarde
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