Caseta de majuelo en el término de Fuentespina, en Santa María del Campo |
CASETAS DEL MAJUELO
Por los relatos de algunos informantes se puede intuir un paisaje
del medio oeste burgalés totalmente distinto al actual, con toda probabilidad de mayor y
más variado colorido. Hasta finales de los años sesenta del pasado siglo los
viñedos competían en hectáreas con el conjunto de las otras sembraduras
tradicionales, como cereales (trigo y cebada), yeros, beza o alholvas, por
mencionar solo las principales. Según los testimonios recogidos bien podría
decirse que hasta donde alcanzaba la vista su presencia era algo más que
notoria, quizá mayor que la que hoy distingue a la ribera del Duero.
Los trabajos en las viñas requerían su tiempo, y en ese tiempo podía llegar la tormenta o la simple lluvia. Para esa contingencia, para que sirvieran de refugio a los obreros y a los guardas de los viñedos que nombraba la Hermandad de Labradores, se construyeron las llamadas “casetas de los majuelos”, todas de igual estructura y en las que llegaban a caber hasta cuatro personas. De piedra, a hueso o unida con argamasa, con base circular de apenas metro y medio de diámetro, los mismo de altura y rematadas en cono, la mayoría están hoy arruinadas, aunque aún se conserva alguna en pie que nos sirven para conocer cómo eran. Llama la atención en ellas lo reducido del acceso, con apenas 1 metro de alto por 80 centímetros de ancho. Según describen quienes en alguna ocasión se refugiaron en ellas, semejante angostura servía para que animales de cierta alzada no pudieran acceder al habitáculo, lo que no quita para que en alguna ocasión llegara a criar en su interior el jabalí.
Ya no hay viñedos que guardar y la añosa Caseta de Majuelo de Fuentespina espera la suerte de otras cercanas que ya desaparecieron. |
Así lo recuerdan y describen Teodoro González, de Santa María del Campo, y Artemio Pérez, de Ciadoncha
Había
cuatro o cinco sitios que había majuelos, y el pueblo de Mahamud [tenía] más
majuelos que Santa María. Igual cada uno tenía diez hectáreas. ¡Más que
cereales había! En [el término de] Fuentespina todo eran majuelos, pa ir a
Escuderos a la izquierda. Como son tierras pequeñas no se trabajan y se han
perdido. Entonces, allí hay casetas redondas de piedra de los majuelos. Eran
para cuando iban a podar meterse si llovía. Pa ir a Belbimbre hay otras dos
[casetas]. Las de Fuentespina está a unos tres kilómetros. Hay una que va como
hacia Villahoz, y otra donde estaba antes la escombrera. [En cada caseta]
cogíamos cuatro tíos alrededor. La tenía uno y ahí se metían todos. Esas no
tenían puertas, ¿eh? [se hicieron] con la entrada baja pa que no se metería el
ganao. Ahí, en esas casetas, ha criao el jabalí dentro de la caseta, como está
abandonada… Yo he oído que, al entrar, encontrarse allí con la jabalina. (sic. Teodoro)
TRES GUARDAS PARA
VIGILANCIA DE LAS VIÑAS EN CABAÑAS DE MADERA
Aquí,
en el tiempo de la uva, se ponían tres guardas más. Uno aquí, otro en
Fuentespina y otro ahí ¿…? Los ponía el Ayuntamiento, la Hermandad. Y estos, en
un alto, hacían una cabaña de madera, ponían así unos palos, y todo alrededor
de madera, pa esconderse, y así se sabía si estaba o no estaba [el guarda]. Y entonces,
así vigilaban por si [robaban]. Pero después los quitaron, porque era más lo
que robaban ellos que lo que robaba el personal. (sic. Teodoro).
TODAS MIRANDO A LA
SALIDA DEL SOL
Pues
esas Servían… porque entonces, en aquellas épocas, en to los términos había
una. Ahí había una que llamábamos la Caseta de Valdehazadón, allí otra que
llamábamos la Caseta del Tío Ramón, otra había para ir a Santa María… Servían
para refugiarse si venía un nublao o cosas de esas…. Y tenían la boca muy baja
y todas mirando a la salida del sol. Se ve que de este lao venían menos
nublaos, azotaba menos. [para] los guardas, que ponían tres guardas para el
viñedo, los ponía la Hermandad los tres meses, desde San Pedro hasta
septiembre. Claro, si ibas por ahí y cogías un racimo y te pillaba el guarda, te
ponían una multa y te sacaban en aquellos tiempos dos o tres pesetas. To los
años eran los mismos [guardas]. Estaban tol día, desde que salía el sol hasta que
se metía. Por la noche, no (sic. Artemio).
Caseta de majuelo en los campos de Muñó, vieja conocida de este blog (30/5/2012) . |
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